
La característica más notable de Mangalica es que todo su cuerpo está cubierto de abundante pelo rubio y grueso, por ellos se le conoce coloquialmente como “el cerdo-oveja”.
La prolificidad de los cerdos Mangalica es baja, sólo tiene entre 4-8 crías por camada (en lugar de 12 o 14 como el resto de las razas comunes). Nacen con un peso entre 600 y 1.000 gramos, alcanzan 6-8 kg en 7-8 semanas, y se desarrollan más lentamente que las especies de cerdos modernas.
La piel de la zona de los ojos y del disco nasal muestra una pigmentación negra (de hecho, se retiran de la cría los animales que no la presentan). Y el color de sus uñas también es negro, es decir, también tiene su pata negra similar a la del jamón ibérico español. Además, dependiendo del color se distinguen cuatro tipos de Mangalica: el rojo, el rubio (al que corresponden el 80%), el golondrino o swallowtail Mangalica (una combinación de blanco y negro) y el negro (extinguido en la actualidad).


El cerdo Mangalica es la única especie porcina autóctona húngara.
Es una raza de cerdo que tiene sus orígenes en los cruces de la primitiva raza Sumadija (del tronco mediterráneo al que también pertenece el cerdo ibérico) con las razas Szalonta y Bakony (típicas razas semi-salvajes de los Cárpatos).
La característica más notable de Mangalica es que todo su cuerpo está cubierto de abundante pelo rubio y grueso, por ellos se le conoce coloquialmente como “el cerdo-oveja”.
En invierno, su pelo es largo similar a la lana, grueso y rizado; mientras que, en primavera, el cabello adquiere un aspecto rubio, brillante y rígido. En verano el pelaje es más delgado y liso; solo hay constancia de otra raza porcina con un pelo así de largo: la extinta Lincolnshire Curly-Coated Pig.

La particularidad de Mangalica es su grasa, como su propio nombre indica; ya que, en húngaro, Mangalica o Mangalitsa significa "carne de cerdo con mucho tocino”. Además de ser extremadamente grasos, son muy rústicos y más fuertes ante algunas enfermedades.
Este cerdo vive tres veces más que una raza normal y durante este tiempo forma una proporción de grasas en el tocino muy elevada bajo su piel. Luego se infiltra delicadamente en toda su carne y le da un hermoso y delicioso moteado. Su carne grasa los hace también ideales para la producción de jamón, siendo especialmente adecuados para el secado y la maduración lenta y prolongada, lo cual permite un obtener un producto gourmet con un sabor muy especial.
Su canal tiene la mitad de carne y el doble de grasa que un cerdo blanco, lo que provoca que la carne y los embutidos producidos con esta raza conserven sus propiedades por más tiempo y su sabor se concentre más, pues puede madurarse largamente. Por eso es frecuente la comparativa del jamón ibérico con el jamón Mangalica, aunque este tenga sus propias cualidades organolépticas bien diferenciadas.